Vilma González Guerrero was born on February 16, 1970 in Monclova, Mexico. Born into a large family, Vilma was third among seven siblings and always strongly committed to her family. As a child, Vilma was known for being light hearted, loving, and she always found ways to bring laughter and joy to others. Vilma immigrated to the US and moved to Oregon on May 16, 1994. She married Conrad Guerrero on April 9th, 1994, and together, they had Sophie and Isabella–the brightest stars in Vilma’s sky.
Above all things, Vilma was faithful to God. She drew great strength and inspiration from her faith, especially in her darkest hours. Vilma knew that God had a plan for her life, and she reflected his spirit in her kindness, commitment to service, and the love she shared so freely with others. Vilma used her faith as a vessel to pour into others, whether praying for others in times of need and or sharing scripture to offer hope, purpose, and guidance. Vilma understood that the greatest purpose on this Earth is to walk with God, to rejoice in the beauty of the natural world, and to count your blessings. Her life was a reflection of God’s grace and love.
Vilma loved working with children. From her early days of offering childcare in her home to serving as a school secretary at Boones Ferry Primary School, Vilma derived great joy from helping students and parents. It is no surprise that Vilma leaves a large legacy– every staff member, parent, and student at Boones Ferry carries a piece of her in their hearts. She would greet everyone with kindness and care, and was in many ways the very heartbeat of the school. It is no small thing to realize her footprint on so many young lives.
Vilma not only loved working with children, but she loved life! She would jump at any chance to be at the Oregon Coast, where she loved to walk on the beach, watch the sunset, and enjoy delicious seafood. She loved to hike and be in nature, and she loved flowers and plants of all kinds. Vilma also loved being in the kitchen, where she could often be found making one of her many famous dishes (sopa, rice and beans, and of course her salsa verde). On so many occasions, Vilma would make food as a way to share her love with others– bringing meals when others were sick, in family crisis, or in times of need. Even in the pursuit of her own passions, Vilma found a way to serve others.
While Vilma loved everyone who was lucky enough to be part of her life or friend circle, which was deep and wide. Vilma most of all treasured her two precious girls. Sophie and Isabella were always Vilma’s focus and point of immense pride. She was so proud of their
character, their accomplishments, and most of all of their big hearts. She took great pride in their connection and love to one another, their commitment to family, and was humbly grateful for their loving care over this last year. Vilma knows that in her absence on this Earth, everyone who loves her will bring that love to envelop and surround her girls as they learn to move forward in life without her daily presence.
Vilma is survived by her two daughters, husband, mother, and her seven siblings. In lieu of flowers, the family welcomes donations to pancreatic cancer research. A celebration of life will be held on June 9th, 2024.
Vilma González Guerrero nació el 16 de febrero de 1970 en Monclova, México. Nacida en una familia numerosa, Vilma fue tercera entre ocho hermanos y siempre fuertemente comprometida con su familia. Cuando era niña, Vilma era conocida por ser alegre, cariñosa y siempre encontraba maneras de hacer reír y alegrar a los demás. Vilma emigró a los Estados Unidos y se mudó a Oregón el 16 de mayo de 1994. Se casó con Conrad Guerrero el 9 de abril de 1994 y juntos tuvieron a Sophie e Isabella, las estrellas más brillantes en el cielo de Vilma.
Por encima de todas las cosas, Vilma fue fiel a Dios. Obtuvo gran fuerza e inspiración de su fe, especialmente en sus momentos más oscuros. Vilma sabía que Dios tenía un plan para su vida y reflejaba su espíritu en su bondad, compromiso de servicio y el amor que compartía tan libremente con los demás. Vilma usó su fe como un recipiente para derramarla en los demás, ya sea orando por otros en momentos de necesidad o compartiendo las Escrituras para ofrecer esperanza, propósito y guía. Vilma entendió que el propósito más grande en esta Tierra es caminar con Dios, regocijarse en la belleza del mundo natural y contar sus bendiciones. Su vida fue un reflejo de la gracia y el amor de Dios.
A Vilma le encantaba trabajar con niños. Desde sus primeros días ofreciendo cuidado infantil en su casa hasta trabajando como secretaria en la escuela primaria Boones Ferry, Vilma sintió una gran alegría al ayudar a los estudiantes y a los padres. No sorprende que Vilma deje un gran legado: cada miembro del personal, padre y estudiante de Boones Ferry lleva una parte de ella en su corazón. Saludaba a todos con amabilidad y cariño y, en muchos sentidos, era el corazón de la escuela. No es poca cosa darse cuenta de su huella en las vidas de tantos jóvenes.
¡A Vilma no sólo le encantaba trabajar con niños, sino que también amaba la vida! Aprovecharía cualquier oportunidad de estar en la costa de Oregón, donde le encantaba caminar por la playa, contemplar la puesta de sol y disfrutar de deliciosos mariscos. Le encantaba caminar y estar en la naturaleza, y amaba las flores y plantas de todo tipo. A Vilma también le encantaba estar en la cocina, donde a menudo se la podía encontrar preparando uno de sus muchos platos famosos (sopa, arroz con frijoles y, por supuesto, su salsa verde). En muchas ocasiones, Vilma preparaba comida como una forma de compartir su amor con los demás. Llevaba comida cuando otros estaban enfermos, en crisis familiares o en momentos de necesidad. Incluso en la búsqueda de sus propias pasiones, Vilma encontró la manera de servir a los demás.
Mientras que Vilma amaba a todos los que tenían la suerte de ser parte de su círculo de vida o de amigos, el cual era profundo y amplio. Vilma apreciaba sobre todo a sus dos preciosas hijas. Sophie e Isabella siempre fueron el centro de atención de Vilma y un punto de inmenso orgullo. Estaba tan orgullosa de su carácter, sus logros y, sobre todo, sus grandes corazones. Estaba muy orgullosa de su conexión y amor mutuo, de su compromiso con la familia y estaba humildemente agradecida por su amoroso cuidado durante este último año. Vilma sabe que en su ausencia en esta Tierra, todos los que la aman traerán ese amor para envolver y rodear a sus hijas mientras aprenden a seguir adelante en la vida sin su presencia diaria.
A Vilma le sobreviven sus dos hijas, su esposo, su madre y sus siete hermanos. En lugar de flores, la familia agradece las donaciones para la investigación del cáncer de páncreas. Una celebración de la vida se llevará a cabo el 9 de junio de 2024.